Narrador: La serie “Aerosoles” de Frances Gallardo surgió de su fascinación por la meteorología de Puerto Rico.
Frances Gallardo: Exploré el fenómeno del huracán durante muchos, muchos años y de diversas formas. Inevitablemente, empecé a descubrir y a interesarme por el polvo del Sahara, porque el polvo crea una especie de danza con los huracanes. Todos estos aerosoles, toda la sal, todo lo que está en la atmósfera se encuentra en una danza constante, en una relación constante, ¿verdad? Los huracanes arrastran las tormentas de arena que se desplazan por el océano Atlántico hacia el Caribe.
Todos los minerales que las tormentas de polvo del Sahara esparcen pueden multiplicar la luz. Así, el sol se ve 20 veces más grande, y esto cambia el paisaje. Es como un color muy saturado: florido, con verdes. Por eso me interesaba mucho la yuxtaposición de paisajes. Y también me daba una sensación democrática: así como los huracanes toman el calor, el agua y lo que sea de las diferentes fronteras políticas, al polvo del Sahara tampoco le importan las fronteras políticas.
Narrador: Gallardo tomó una muestra del polvo del Sahara en Santurce, un barrio de San Juan. La llevó al Laboratorio de Nanotecnología Textil de la Universidad de Cornell, en Ithaca. Allí procesaron la muestra con un microscopio electrónico de barrido de emisiones de campo y, a partir de la imagen obtenida, Gallardo creó un grabado térmico.
Frances Gallardo: Se procesó la pequeña muestra con el microscopio electrónico de barrido de emisiones de campo.
El grabado crea relieves en el papel; cuanto más oscura es la sombra, más profundo es el valle. Luego modifiqué las imágenes digitales con un programa, borré el fondo y lo reemplacé con cuadrículas de diferentes estilos y tamaños, que pinté a mano con distintas gradaciones para transmitir el movimiento de la profundidad y la suspensión. Para mí, estas imágenes no solo hablan de lo que es invisible en el paisaje, sino también de las emociones invisibles de la vida en un clima cambiante.