Narrator: En el verano de 1927, el artista Chiura Obata pasó seis semanas acampando en el Parque Nacional Yosemite, haciendo bocetos y acuarelas. Un año después, escribió sobre el viaje en un periódico en lengua japonesa de California. Sus palabras demuestran que se sintió inspirado tanto por los detalles del paisaje como por la grandeza de Yosemite. Escribió:
“Adornando las alturas de la Sierra están las flores silvestres. Cada tres a siete días, florecen en blanco, rojo, amarillo y morado, y rebosan en un caleidoscopio de belleza y nos regalan incontables enseñanzas y valiosas experiencias. Las semillas y las raíces de las flores silvestres encuentran un lecho de tierra entre las rocas. Durante ocho o nueve meses al año, yacen pacientemente enterradas bajo varios metros de nieve. En la cálida luz de julio y agosto, brotan hacia el vasto cielo”.
Obata había emigrado a Estados Unidos en 1903. Cuando visitó Yosemite por primera vez en 1927, ya se había convertido en una figura prominente en el mundo del arte de San Francisco. Realizó esta xilografía como parte de un portafolio más amplio durante un viaje de regreso a Japón en 1930. En parte, se basó en las prácticas tradicionales japonesas de grabado en madera. Al mismo tiempo, recreó la libertad improvisada de sus bocetos originales en acuarela, con un enfoque atmosférico que estaba más relacionado con el modernismo occidental. Desarrolló técnicas innovadoras para tallar la textura de pinceladas en las planchas de madera. El proceso era bastante complejo, ya que cada una de las sutiles gradaciones de color de la obra se realizaba con diferentes planchas de madera por color.
El artículo de Obata aquí citado fue traducido en el libro Obata's Yosemite, publicado por la Yosemite Conservancy.