Gabriella N. Báez, Ojalá nos encontremos en el mar, 2018– 

Narrador: En esta parada se habla de suicidio. 

Gabriella N. Báez: Me llamo Gabriella Báez.

Este proyecto comenzó en 2018, tras el suicidio de mi padre, apenas dos meses antes del primer aniversario del huracán María. Empecé a fotografiar objetos suyos como una forma de rescatar su recuerdo, de intentar conectar con la persona que él era, con la persona que fue en mi vida, y desde entonces el proyecto ha adoptado diferentes formas y variaciones.

Luego del funeral de mi padre, me entregaron una caja con todos sus objetos, entre los que se encontraban su collar favorito de windsurf, un cuadro con una imagen nuestra frente a una piscina, sus casetes, sus discos y su camiseta de Pink Floyd, que era su favorita. Y no supe qué hacer con estos objetos más que fotografiarlos. Sentí que tenía que documentarlos de alguna manera, como una forma de documentar quién era él, o fragmentos de quién era. También soy estudiante de antropología, me licencié en Antropología, y por eso quería trabajar con la idea de tener una arqueología de alguien cuando junté todas estas imágenes. ¿Será que podemos ver quién era él al unir todos estos elementos? ¿Podemos tener una idea de quién era como persona?

Empecé a sentir que no bastaba con tener estas imágenes y escanearlas, también quería jugar con la idea de la memoria y la conexión. Me preguntaba de qué manera podía conectar con los recuerdos que tenía de él, con nuestro pasado, con la relación que teníamos en el pasado. Y fue entonces cuando empecé a intervenir estas imágenes con el hilo rojo. El rojo, ese fue el color que me llamó en ese momento. Esta parte del proyecto y de la experiencia fue muy intuitiva y catártica.