Alexander Calder, Calder’s Circus, 1926–31

June 17, 2019

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Alexander Calder, Calder’s Circus, 1926–31

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Bill Irwin: Damas y caballeros, mesdames et messieurs, les damos la bienvenida al circo. A partir de 1926, Calder combinó su fascinación por el movimiento, los animales y la caricatura en Le Cirque Calder

Narrador: El actor Bill Irwin.

Bill Irwin: Lo que ven aquí es una serie de actos, cada uno compuesto por diferentes personajes: los acróbatas, una mujer barbuda, un domador de leones y su león. En cada función, Calder operaba las piezas y figuras ante el público, en la misma pista, un acto a la vez. 

Hacía las gradas con cajones y tablones de madera; alzaba dos postes altos para la cuerda floja y el trapecio; repartía platillos, matracas y otros objetos ruidosos; reproducía discos en el gramófono y brindaba a los invitados un espectáculo nocturno completo. Es lo que podría describirse como la primera instancia de arte interpretativo. 

A través de Circus, Calder entabló buena amistad con una impresionante lista de artistas, como Marcel Duchamp, Joan Miró, Fernand Léger, Edgar Varèse, Le Corbusier y Piet Mondrian. Estos miembros del vanguardismo parisino, el avant-garde, valoraban el amor de Calder por la interpretación y el espectáculo: una función de Circus era garantía de pasarse un muy buen rato. Pero los artistas también se veían atraídos por el lado serio de Circus. Una combinación de diversión con muerte y peligro: el lanzador de cuchillos apuntaba a un blanco peligrosamente cerca de su asistente preferida y a veces fallaba; con consecuencias trágicas. Pero Calder acudía a la misma figura femenina en el acto siguiente, un ingenioso toque que el público apreciaba.

Durante las primeras décadas del siglo veinte, los artistas modernistas en toda Europa buscaron maneras de fusionar el arte y la vida, la tecnología y el diseño. Por lúdico que el espectáculo de Calder pueda parecer, ejemplifica estupendamente estos impulsos del vanguardismo. El hecho de que pusiera los objetos en movimiento, el estado característico de la modernidad, no era un detalle menor para ninguno de sus espectadores. Y cada acto individual estaba diseñado con una gran destreza técnica.