Yayoi Kusama, Adhesivos de correo aéreo, 1962

Narrador: Adhesivos de correo aéreo tiene la presencia física de un cuadro. Su fondo es un lienzo de casi dos metros cuadrados. Si nos alejamos, parece una abstracción: una cuadrícula temblorosa con líneas verticales de color crema y líneas horizontales rojas y negras que se mueven. Sin embargo, al acercarse, esta interpretación de la obra se convierte en una especie de broma. Como sugiere el título, se trata de un collage cubierto por cientos de pegatinas de correo aéreo. A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, no era raro que los críticos describieran las pinturas abstractas a gran escala como “heroicas”. En comparación, el acto de pegar etiquetas en una superficie puede parecer sencillo, incluso infantil. Hay algo absurdo en repetir insistentemente un gesto tan modesto. Es antihéroico, incluso cómicamente tonto en su repetición —vía correo aéreo, vía correo aéreo—, pero al mismo tiempo es intenso y ambicioso.

Yayoi Kusama nunca formó parte de ningún movimiento artístico. Sin embargo, estuvo a la vanguardia de más de uno. Sus primeras esculturas se exhibieron en una muestra de arte pop. Y con su estructura en forma de cuadrícula y su construcción secuencial, Pegatinas de correo aéreo anticipa el minimalismo.