Ivy Kwan Arce, POSICIÓN DEL ECO

Mar 28, 2022

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Ivy Kwan Arce, POSICIÓN DEL ECO

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Ivy Kwan Arce: Soy Ivy Kwan Arce, mamá de Atom, que nació en el 2000, y de Ahimsa, que nació en 2004. 

Mi esposo, Alex Arce, y yo queríamos encontrar un nombre que hiciese honor a nuestra lucha por concebir y llevar un embarazo a término, ya que vivo con VIH/sida hace más de tres décadas. Atom (en español, átomo) es, básicamente, el elemento fundamental de la química. Por otra parte, en las tradiciones hindú, budista y jaina, la palabra Ahimsa hace referencia a la práctica activa del no-daño a todos los seres vivos, y es uno de los principios más importantes de la práctica activista de Gandhi. 

En 1999, en un momento en que los médicos les aconsejaban activamente a las mujeres con diagnóstico positivo de VIH que no quedaran embarazadas, abogué por mi derecho a dar a luz y a evitar la transmisión neonatal del virus del VIH. El activismo del sida toma como prioridad el rechazo a la situación actual, e insiste en que los investigadores y proveedores de atención médica trabajen en conjunto con la persona con VIH/sida y reconozcan sus necesidades y deseos. 

Como mujer cantonesa y estadounidense de color, mi supervivencia depende siempre de distintas modalidades de colaboración activista que tomen en cuenta mi individualismo. Julie Tolentino es mi socia en este camino, ya que su práctica analiza el modo en que el esfuerzo y el legado de los demás nos sostienen, y de qué manera los muertos y los vivos conviven en una constelación. Ambas estamos conectadas con Debra Levine, una académica en estudios del arte y activista veterana del sida, a quien invitamos para que creara este audio narrativo conmigo. 

Desde el momento de mi diagnóstico, ha habido personas cuya presencia constante me ha mantenido en pie. 

Una de ellas es Sandra Vreeland, una poeta que murió de sida en 1996. Sandra era mi amiga íntima, pero nunca hablamos sobre estas circunstancias que teníamos en común. La nieta de dos años de Sandra, Maia, lleva uno de los cuatro orbes y, al hacerlo, extiende mi lazo con Sandra a través de las generaciones. 

Elena López de Lamadrid me presentó a un hombre con el que tuve una relación breve y complicada. Quiero mucho a Elena y sé lo que sufre por sentir que, en parte, fue responsable de mi seroconversión. Le pedí que llevara un orbe a modo de reconocimiento de su comprometida participación en mi supervivencia. 

Rebecca Jordan-Young tiene el tercer orbe, en representación de Sally Cooper. Sally dirigió el Grupo de Salud para Personas con Sida de 1993 a 1999, y organizó un grupo educativo de pares para mejorar la salud de las mujeres con diagnóstico positivo. Aprendí sobre mi enfermedad y conocí las opciones de tratamiento en el Grupo de Salud, y Sally se convirtió en mi defensora férrea hasta su muerte en 2018. 

El último orbe lo lleva Eduardo Wong, mi mejor amigo, mi primo, un hombre homosexual declarado y la primera persona a la que llamé cuando me dieron el diagnóstico. Crecimos juntos en Bolivia y no hemos podido vernos en más de dos años porque estoy inmunocomprometida y la COVID me impide viajar. Pero la distancia geográfica no altera su presencia constante. 

Las constelaciones de estas relaciones me permiten gozar de una vida plena.