Diego Rivera, Reproducción de El hombre controlador del universo, 1934

Feb 5, 2020

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Diego Rivera, Reproducción de El hombre controlador del universo, 1934

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Narrador: Originalmente, Diego Rivera pintó Man, Controller of the Universe en el Rockefeller Center.

Mark Castro: Rivera, particularmente durante la época que pasó en Estados Unidos, se fue viendo cada vez más atraído por las maneras en que las propias ambiciones y habilidades de la humanidad se combinaban con la tecnología y la industria moderna.

Narrador: Mark Castro.

Mark Castro: Y creo que eso se vio reflejado en gran parte de su obra y está reflejado en el mural que comenzó a pintar en el Rockefeller Center. El tema que le habían indicado los arquitectos que estaban diseñando el edificio era "el hombre en la encrucijada".  Y, en un principio, la imagen que vemos en sus bocetos era un poquito diferente; sin embargo, con el tiempo, la cambió para añadir, creo yo, la que es la figura más importante del mural, este hombre en el centro, que de alguna manera está guiando a una máquina, que realmente está compuesto de partes físicas, pero más que nada de ideas.

Se encuentra en el centro de estas dos grandes elipsis que funcionan como miradores, desde donde puede apreciarse aquello que el hombre es capaz de ver gracias a la tecnología. Por lo tanto, el cosmos, el mundo microbiológico, las células, las enfermedades… Todas estas cosas se hacen visibles en este tipo de espacio y, en el centro de todo ello, hay un hombre guiando a la máquina y, en cierto sentido, la máquina es la humanidad y nos hace avanzar. 

Realmente creo que Rivera sintió que la tecnología y la ciencia algún día se combinarían con el cambio político, y que todo ello en conjunto era lo que volvería a dar forma a la humanidad para convertirla en algo mejor.

Narrador: En la vitrina cercana, encontrará documentos y artículos de periódico que manifiestan el que en última instancia sería el destino de este mural. Rivera estaba comprometido políticamente con el comunismo. Eso hacía de su mecenas, el empresario industrial Nelson Rockefeller, un socio incómodo y, con el tiempo, el encargo se desmoronó. Rivera pintó una imagen de Vladimir Lenin en la composición, la cual Rockefeller pidió que cubriera con una figura anónima. Cuando Rivera se negó, lo sacaron del proyecto. En tan sólo meses, el mural se tapó. Rivera lo recreó para el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, y la reproducción que vemos aquí proviene de aquella obra.